La muerte del Lago Aral

Una escena que no se logra explicar sola.

                                   Aunque usted no lo crea, estas dos fotografías son exactamente del mismo lugar.
                                             La diferencia es que la de arriba es de 1960 y la de abajo es de 2017.

Pero no! No es lo que usted piensa!
Si piensa que otra vez el pueblo hebreo tiene que huir de la esclavitud cruzando el El Mar Rojo, en el territorio Este de Egipto, y que esta vez  Dios les abrió el mar en versión moderna, con carretera pavimentada, ¡está completamente equivocado!

Primero que nada, esto sucede en Asia Central, en la frontera entre dos países de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que se llaman Kasajistán y Usbekistán. Ahora, después del fracaso del proyecto socialista, son dos países independientes.

En segundo lugar, en la actualidad los hebreos no andan repartiendo el conocimiento, adquirido en sus 6.000 años de pensamiento, por esos territorios; ni Dios tiene que abrirles camino por el centro de un Mar, así que Dios no tiene vela en este entierro... y nunca mejor dicho!

La fotografía en blanco y negro es el Mar Aral en 1960, y la fotografía de una carretera  en el desierto no es un anacronismo, es exactamente el mismo lugar, pero en el año 2017.

En el año 1960, el Mar Aral era el cuarto lago más grande del mundo, con una extensión de 68.000 Km² (16,000 Km² más grande que Costa Rica), anclado como un oasis gigantesco en medio de los desiertos del corazón  de Asia Central y hacía las veces de un regulador del clima para mantener un equilibrio vital en esa amplísima zona seca del planeta. Así se mantuvo por miles y miles de años.




















Vista del Lago Aral con sus 68.000 kms² de extensión, antes de comenzar a desaparecer. 







Pescadores en labores de pesca que generaban 50,000 toneladas de producción para la exportación en el año 1960.




Hasta la década de los 60, las poblaciones asentadas a orillas del enorme lago, habían alcanzado a lo largo de milenios, un desarrollo sostenible, basado en la explotación de los recursos de pesca, transporte marítimo a través del Lago y una agricultura bien repartida, que suplía eficientemente las necesidades de los habitantes.







Pero el daño estaba hecho y milenios de actividad y estilo de vida satisfactoriamente sostenible, inician irremediablemente la ruta hacia el colapso.






Años atrás, el ingenio socialista, instaurado en la URSS, había decidido activar la producción agrícola a gran escala, en el desierto.

En los despachos del Kremlin, avalados por políticos, militares y por científicos (a sabiendas del potencial daño) se gestó una de las grandes catástrofes mundiales que se le han causado al medio ambiente, y los efectos destructivos estaban a punto de comenzar a hacerse realmente evidentes.

Con un proyecto extremadamente agresivo, habían resuelto desviar las aguas de los dos principales afluentes del Lago Aral -el Syr Darya y el Amu Darya- dos ríos que nacen a 2000 kilómetros de distancia del Lago, en las montañas nevadas de un país que se llama Tayikistán.


En pocos años la más avanzada maquinaria zanjó miles de canales, con el propósito de anegar millones de acres destinados a la siembra a gran escala de algodón, arroz, melones y cereales (¿Adonde habré escuchado eso?)


Los promotores del desastre se escudaban en conclusiones absurdas para seguir adelante con la aniquilación del Lago:

“La irrigación hará, más que cualquier otra cosa, para revitalizar y regenerar la región, enterrando el pasado y haciendo la transición al socialismo más segura”.  Vladimir Ilich Ilianov – Lenin.


“Yo pertenezco a ese grupo de científicos que creen que secar el Mar de Aral aporta más ventajas que conservarlo”Presidente de la Academia de la Ciencia de Turkmenia.

“El Mar de Aral  debía morir como un soldado en la batalla”. Alto Cargo Ruso en un discurso en el Kremlin.





“No podemos esperar favores de la Naturaleza, nuestro propósito es arrebatárselos, por nuestra sobrevivencia”.  Otra frase escuchada de los dirigentes promotores del proyecto en el Kremlin.
               



A causa de la tremenda merma en la llegada de agua al Mar Aral, durante la década de los 60 se comenzaron a notar los cambios que venía sufriendo la masa de agua del cuarto lago más grande del planeta.

                           
El destino del lago estaba marcado.
El cuarto lago más grande del mundo había
caído enfermo de muerte.

Como sucede en todo proyecto de riego a gran escala, después de humedecer las tierras de cultivo, las aguas buscan de nuevo por gravedad, su antiguo cauce. Sin embargo cuando eso sucede, ya están contaminadas con todos los desechos químicos que son el residuo de los plaguicidas y compuestos aplicados a los campos para aumentar la producción.

En estas condiciones tóxicas llegaban al mermado lago, las pocas aguas que lograban llegar a su destino.
En el año 2017, lo que queda del lago de 68,000 Kms², son unos 6.500 kms², distribuidos en charcas recargadas de desechos químicos y extremadamente salinizadas.





El resto del área, que antes fue el abundante Lago Aral, es hoy un desierto fantasmagórico, que asila a miles de barcos herrumbrados  y quietos que no tenían por donde escapar cuando los atrapó la catástrofe.




Las tormentas de arenas tóxicas, provenientes del lecho contaminado del antiguo lago han obligado a su antigua población a emigrar o quedarse condenados a la miseria y a padecimientos renales, respiratorios y fiebres  fatales a causa del aire contaminado.







Los únicos ingresos que reciben los 9,000 pobladores que todavía viven en los pueblos fantasmas, los reciben hospedando a los científicos, ambientalistas  y a los turistas morbosos que llegan a quedarse boquiabiertos por los resultados de la estupidez del hombre.








Fin de esta Publicación


Nota: Por favor cuide a Bagaces.

Okysaba





























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